viernes, 20 de junio de 2014

Prioridades

Cuando caminas a tu casa no sabes lo que va a suceder esa noche. Ni siquiera lo esperas, no importa. Lo que importa es que te apures porque vas a llegar tarde, porque así vives. Tarde. Porque somos la generación de un licuado de hormonas que siempre llegan antes que los sentimientos y luego ya no sabemos si son sentimientos u hormonas y mejor nos apuramos y ya estamos aquí y no esperamos nada de nada porque esperar es maldecir, y si deporsí se avecina una tormenta, mejor no esperarla. Mejor te vas en un autobús cuando la ciudad esta toda mojada, y las ventanas, y hasta un poco tú, pero nada importa. Cuando llegas y estás sola sigue todo importando poco pero no tienes cigarros y eso no importa tan poco, porque cuando ya no hay ningún vicio como los ojos de alguien o la concupiscencia que hubo ayer, a lo que aspiran los labios es al humo y precisamente en eso piensas cuando llegan quienes si importan y ries y se siente bien, muy bien, porque en este momento tu piel y todo cobra sentido y sabes que estás hecha para vivir y agradecer y sonreír y ser chingo feliz por el camino que te tocó y de pronto alguien te toca de verdad y regresas a la realidad y una botella de whisky frente a tí comienza a viajar a tu cabeza, porque mejor vaciar los vasos a que ellos te vacien a tí. Y si se sentía bien, se siente mejor y eso si importa mucho porque a veces las buenas sensaciones son peligrosas, sobre todo si cuando reaccionas hay un cancel roto, gente enojada y tu no sabes ni que pedo y te vas al baño donde prendes un cigarro y mientras todo se arregla tu mejor te vas porque no te quieres dejar de sentir bien, pero si dejas y también importa porque la felicidad tiene letras chiquitas en las que dice que nada es gratis y que de vez en cuando la vida te tiene que sacudir y lo malo es que en esas sacudidas a veces sacan del cajón de los recuerdos los más amargos y cuando te das cuenta estás emputadísima escribiéndole mensajes sin sentido porque en el fondo sigues muy enojada con él y dices cosas que ya ni sabes si no querías decir o si simplemente encontraste el momento perfecto y le recuerdas porque te marchaste y el siempre compasivo contigo te entiende, y parece que lo ves como lo veías antes, mirándote como si tuvieras 5 años, con toda la ternura del mundo en sus ojos. Y eso si importa, pero todo da vueltas y te bajas del taxi y llegas a tu casa y tienes veinte mensajes o más pero tu solo quieres dormir y tu estómago te dice "ni de pedo, culera" y ahi estás toda la noche entre durmiendo y expulsando el whisky de tu sistema y no quieres porque te vas a acordar que siguen esos veinte mensajes en el celular y ya son treinta y cuando por fin haces tregua con tu organismo, te abraza Morfeo y tu lo abrazas tan fuerte que ya es más de medio día cuando abres los ojos y haces recuento de los daños y te ríes un chingo porque todo se siente vívido cuando es de noche y tienes whisky y cigarros y cosas que importan, pero al otro día ya no importa ni se siente nada malo, se siente bien rico vivir y pones todo en orden y revisas el celular y te ries el doble y le preguntas "¿Te lastimé? Porque no quería". Pero mejor cierras ese capítulo porque hoy en día es bien fácil borrar todo y finges que no pasó nada (y mejor, porque eso ya no importa), y abrazas todo lo que importa (el presente, que buen presente). Todo lo que pasó anoche, lo borroso, lo nítido, lo borracho, lo sobrio, lo bonito y lo que no, es lo que importa, y es todo lo que hay... y que chingón es vivir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Say it